Frente a la COP20, realizada en Lima, Perú la semana pasada, donde debían tomarse decisiones fundamentales respecto a la posición de los Estados frente al Cambio Climático, se llevó a cabo la Cumbre de los Pueblos, donde diversas organizaciones, movimientos y redes de toda América Latina se dieron cita para conocer sus procesos de resistencia y plantear, a su vez su postura frente a las políticas y medidas que los Estados implementan frente al cambio climático. A continuación presentamos la Declaración donde dicha Cumbre comparte su palabra y posicionamiento,
"Abogamos por la promoción de un consumo responsable y no alienado, basado en la adopción de hábitos y pautas de consumo saludables, y de acuerdo con la necesidad humana, no sujeta a la ambición del capital. Un consumo que no contribuya a la contaminación ambiental ni al cambio climático. Alentamos el uso responsable de los recursos vitales, el reciclado y el manejo sustentable de los residuos sólidos. Nos comprometemos a promover la conciencia ciudadana respecto a las acciones que podemos llevar adelante individual y colectivamente para avanzar hacia un mundo más justo.
Los Estados deben tomar decisiones y medidas inmediatas de protección, conservación o restauración de las cuencas, los ecosistemas, las altas montañas, bofedales, humedales, páramos, estepas, bosques, acuíferos, lagos, ríos, manantiales, zonas marinas costeras, que alimentan a la Madre Tierra. Esos ecosistemas y fuentes de agua son afectados por las actividades de las industrias extractivas, como la minera, petrolera, carbonífera y gasífera, por las talas de árboles y el arrojo de desechos, entre otras causas. Se debe garantizar el derecho humano al agua y al saneamiento, en igualdad de condiciones, acceso y salubridad. Esto sólo se puede garantizar con empresas públicas en manos públicas".
Lima, 11 de diciembre de 2014
La
Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, realizada en Lima del 8 al 11
de diciembre de 2014, es expresión de los procesos de movilización y
resistencia emprendidos por una diversidad de organizaciones, movimientos,
plataformas, redes y colectivos sociales, sindicales, de mujeres, campesinos,
indígenas, juveniles, ambientalistas, religiosos, artísticos y culturales
peruanos e internacionales. Nos reunimos para seguir debatiendo y compartiendo
las múltiples formas de lucha y resistencia, por la construcción de la justicia
social, contra el sistema capitalista patriarcal, racista y homofóbico, por el
respeto de las diversas formas de vida, sin explotación ni expoliación de los
bienes de la naturaleza, por la capacidad de los pueblos de decidir sobre sus
fuentes de energía, comunitaria, por la reducción de las desigualdades sociales
así como promover el Buen Vivir como modelo de vida en armonía con la
Naturaleza y la Madre Tierra.
El
capital busca hacer frente a su crisis sistémica imponiendo la captura el agua,
el saqueo de los territorios y el patrimonio natural, la depredación, la
producción de combustibles fósiles, la mayor explotación de los trabajadores y
trabajadoras, la represión de los movimientos sociales y la violencia física y
psicológica, aumenta múltiples formas de criminalización de las luchas, de los
pueblos, de militarización y control territorial. Todo esto es alentado por las
corporaciones mediáticas. Además, a esta realidad hay que sumarle la captura de
los Estados y de sus burocracias por el poder económico, el pago de las deudas
injustas y corruptas, y una diversidad de hechos que benefician exclusivamente
a los verdaderos poderes tras los gobiernos de turno, dóciles al mandato de las
empresas nacionales y las grandes corporaciones transnacionales y sus
operadores políticos.
En
esta coyuntura la Cumbre de los Pueblos representa la voz de los sectores
explotados y oprimidos del mundo, de los marginados por un sistema económico y
cultural que los subordina a los sectores racistas, fundamentalistas, machistas
y patronales que se benefician del modelo capitalista. En este momento crucial
que atraviesa la humanidad, en el que el gravísimo cambio climático que
sufrimos exige acciones urgentes de parte de la sociedad global, demandamos a los
Gobiernos –y al Sistema de Naciones Unidas reunido en la COP 20–la adopción de
acuerdos que respeten y valoricen la vida de los pueblos originarios,
campesinos y urbanos, y que promuevan la preservación de la biodiversidad
global. Rechazamos cualquier mecanismo de mercado que se plantee como solución
a los problemas climáticos y ambientales.
Quienes
nos reunimos en esta cumbre, recogemos y hacemos parte de procesos de luchas
anteriores que se han tejido en nuestros pueblos, y llegamos a este momento con
esa fuerza y construcción colectiva. A partir de ello expresamos y demandamos:
A los
Gobiernos del mundo que respeten nuestros territorios, derechos y modos de
vida, nuestras culturas, costumbres y cosmovisiones sobre la vida y el mundo
que habitamos. Denunciamos la explotación de nuestros recursos naturales y
territorios por parte de las industrias extractivas, que afectan nuestras
formas de sustento, nuestra fuente de identidad y la relación armoniosa de
nuestras comunidades con la Madre Tierra.
Demandamos
el reconocimiento de la propiedad territorial de las comunidades que
tradicionalmente han vivido en sus tierras. No aceptamos el control externo de
los territorios, ni los procesos de negociación e implementación de las falsas
soluciones al clima. Los Gobiernos deben tener como eje central el respeto de
nuestras formas de vida ancestrales y el reconocimiento a nuestra
autodeterminación como naciones y pueblos originarios.
Asimismo,
aclaramos que el conjunto de iniciativas orientadas a revertir la destructiva
tendencia climática hacia la que ha sido conducido nuestro planeta, deben
considerar las responsabilidades históricas de los países desarrollados y el
reconocimiento y reparación de la deuda histórica y ecológica que tienen con el
Sur global. En particular, las corporaciones transnacionales de capital privado
de los países desarrollados deben ser responsabilizadas por sus acciones y
prácticas a nivel global. Exigimos plena justicia en los casos de contaminación
por parte de Newmont, Doeran en Perú, y la Chevron-Texaco, entre otras, la cual
en su paso por la Amazonía dejó como legado uno de los mayores ecocidios de la
historia del planeta.
A los
Gobiernos y empresas les exigimos aceptar y respetar nuestro derecho humano a
un trabajo digno, con pleno ejercicio de los derechos individuales y
colectivos, y que se garantice un proceso de transición justa en un mundo que
nos permita mejorar la calidad de vida. Demandamos garantías al acceso
universal a los sistemas de protección y seguridad social, el respeto de
nuestra libertad sindical y a una repartición justa y equitativa de la riqueza
producida con nuestro trabajo y conocimientos.
Consideramos
que ninguna acción para enfrentar el cambio climático será eficiente o viable
si no se promueve con políticas públicas efectivas a favor de la pequeña
agricultura familiar y campesina, la reforma agraria, la soberanía y seguridad
alimentaria de nuestros pueblos, la producción auto sustentable, con base
agroecológica, autóctona y libre de transgénicos y agrotóxicos, orientada al
consumo humano y a la preservación de nuestra biodiversidad. Creemos que para
avanzar hacia un mundo justo y una economía local, solidaria, cooperativa,
feminista y comunal, es fundamental reconocer el derecho humano a la
alimentación, así como el gran aporte de la agricultura familiar campesina, que
contribuye con más del 70% de la alimentación del mundo. Exigimos frenar la
producción y expansión de los agrocombustibles, que promueven la deforestación,
erosión de las tierras, contaminación de las fuentes del agua y aire, y
significan una forma de recolonización territorial.
Como
expresión de esta estrategia del capital, en los últimos años se han agudizado
los procesos de privatización, mercantilización y financiarización de la
naturaleza, expresados en los principios de la economía verde, que nos presenta
las falsas soluciones a la crisis climática. Algunas de ellas son: Mecanismos
de Desarrollo Limpio (MDL), proyectos de Reducción de Emisiones por
Deforestación y Degradación de los bosques (REDD), transgénicos,
agrocombustibles, geoingeniería, megaproyectos hidroeléctricos, centrales
nucleares, fractura hidráulica (“fracking”), agricultura climáticamente
inteligente.
La
estrategia del capital pasa también por lo que llamamos arquitectura de la
impunidad de las corporaciones transnacionales y gobiernos, a través de los
tratados de libre comercio y protección de inversiones, entre otros, que
pretenden privatizar servicios esenciales como el agua, la educación, salud y
vivienda, y atentan contra los derechos humanos de trabajadores y de los
pueblos. La Cumbre de los Pueblos rechaza todas estas estrategias del capital
Como
expresamos antes, denunciamos el sistema capitalista-patriarcal que sostiene la
opresión y control sobre el cuerpo, el trabajo y la vida de las mujeres,
promueve la violencia sexual y la trata, las margina de diversos ámbitos de la
vida social y pública. Es necesario transitar hacia otra división social del
trabajo, que elimine la subordinación del trabajo femenino, que no invisibilice
el trabajo del cuidado –que hace posible la reproducción social– ni lo
subordine a los mandatos del mercado. Exigimos un cambio radical que reconozca
el trabajo reproductivo como la base de la sustentabilidad humana y de las
relaciones entre las personas y comunidades.
Todas
las alternativas deben incorporar la perspectiva feminista y promover una
relación más justa entre hombres y mujeres.
Abogamos
por la promoción de un consumo responsable y no alienado, basado en la adopción
de hábitos y pautas de consumo saludables, y de acuerdo con la necesidad
humana, no sujeta a la ambición del capital. Un consumo que no contribuya
a la contaminación ambiental ni al cambio climático. Alentamos el uso
responsable de los recursos vitales, el reciclado y el manejo sustentable de
los residuos sólidos. Nos comprometemos a promover la conciencia ciudadana
respecto a las acciones que podemos llevar adelante individual y colectivamente
para avanzar hacia un mundo más justo.
Los
Estados deben tomar decisiones y medidas inmediatas de protección, conservación
o restauración de las cuencas, los ecosistemas, las altas montañas, bofedales,
humedales, páramos, estepas, bosques, acuíferos, lagos, ríos, manantiales,
zonas marinas costeras, que alimentan a la Madre Tierra. Esos ecosistemas y
fuentes de agua son afectados por las actividades de las industrias
extractivas, como la minera, petrolera, carbonífera y gasífera, por las talas
de árboles y el arrojo de desechos, entre otras causas. Se debe garantizar el
derecho humano al agua y al saneamiento, en igualdad de condiciones, acceso y
salubridad. Esto sólo se puede garantizar con empresas públicas en manos
públicas.
La
Cumbre de los Pueblos cuestiona la incoherencia del Gobierno peruano en su
calidad de presidente de la COP 20. Por las políticas ambientales, laborales y
tributarias adoptadas recientemente a favor de la inversión privada –rebajando
estándares y regulaciones que afectan derechos colectivos, ambientales y
culturales–. Denunciamos la represión que sufren representantes
indígenas, dirigentes sindicales y campesinos, activistas ambientales, así como
los hostigamientos a delegaciones que arribaron a la Cumbre de los Pueblos
desde diversas regiones del país y el exterior.
La
Cumbre de los Pueblos cuestiona la captura corporativa de la Convención Marco
de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Las grandes corporaciones
transnacionales “acompañan” a los gobiernos en las negociaciones globales para
acordar medidas que tienen por único fin limpiar de responsabilidades a los
países industrializados por sus emisiones de gases de efecto invernadero y por
ser los principales responsables del cambio climático. Exigimos que los pagos
por servicios de la deuda externa e interna –que ahogan a los pueblos y limitan
la capacidad de los Estados para atender necesidades básicas de las
poblaciones–, se destinen a hacer frente a la crisis ambiental y climática,
porque de ello depende la sobrevivencia de la Humanidad y todas las especies
vivas del planeta.
La
Cumbre de los Pueblos saluda la movilización comprometida y entusiasta de las
decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas de todo el mundo que participaron
de la Gran Marcha Global en Defensa de la Madre Tierra (10/Dic) en Lima y en
otras ciudades del planeta. Esta gran concentración de organizaciones,
movimientos y delegaciones del Perú y numerosísimos países es la expresión más
clara de la posición de los pueblos a favor de un mundo justo y democrático,
que garantice la armonía entre la existencia humana y los derechos de la Naturaleza
y la Madre Tierra.
Seguiremos
fortaleciendo la articulación de nuestras luchas, de forma activa y permanente
en las múltiples movilizaciones del 2015, con un especial momento de activismo
en París, Francia, donde se llevará a cabo la COP 21. Desde ya los movimientos
sociales del mundo nos preparamos para dar continuidad a las luchas desde
nuestros territorios en defensa de la vida, hasta que nuestras exigencias sean
atendidas. Seguiremos en lucha hasta cambiar el sistema... No el Clima!
Cumbre
de los Pueblos
Lima
11 de diciembre 2014.
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